miércoles, 10 de junio de 2009

Tony

Cuando nací, nadie sabía cuál era mi nombre, ni siquiera mis padres pudieron adelantar uno, pues en ese entonces la expresión "diagnóstico del sexo del feto" a nadie se le había ocurrido, y el almanaque "Brístol" aún no estaba a la venta, un mes de retrazo.
Por fin, un día descubrieron que mi nombre era "Antonio", Toño, oToñito, quizá una vez por Pascua.
Pasó la escuelita fiscal N° 81 de mi pueblo, y hasta el colegio "San José" de Cajamarca, y yo sólo era "el hijo del Humberto", y eso sólo si alguien, de pura casualidad, notaba mi existencia.
Los días, y los meses, y los años pasaron. Aulas de renombre me cobijaron como alumno o profesor: San Marcos, Harvard, y aquella de la que más aprendí para la vida, la Facultad Teológica de Lima.
Un día, por fin, me llamaron "Antonio", y hasta "Padre Antonio".
Lo que ahora tipifico como "mis temores", fue el detonante para mi cambio final de status. Decía, mis temores determinaron que un día, por fin, yo fuera "Mr Chusho", y fue entonces cuando empecé a envejecer.
Ser alguien significa empezar a irse.

Como antes...

también ahora me asustan
las distancias o las cercanías.
Distante, me siento solo,
cercano, me siento invadido.
Como antes, también ahora
busco protección
y huyo por miedo a ser absorbido.
Es cómodo ser débil,
pero es doloroso sentir la mano protectora
por encia de tu "yo" para agrandarlo,
por encima de tu opinión para aplaudirla,
detrás de tu grandeza para garantizarla,
detrás de tus errores para disimularlos.
Extraño los días sin horas,
los ruidos sin eco,
las flores sin pétalos,
los versos sin cuartillas,
los amores sin rostro,
ni condiciones,
ni celeos,
ni besos,
ni formas.
Extraño a mi madre antes de ser madre,
añoro mi tiempo antes de que fuera mío,
como antes,
también ahora.

Aug' 98.