lunes, 29 de diciembre de 2008

Mirar desde arriba te hace diferente, porque los hechos son diferentes. Pruébalo desde tu azotea si la tienes, o desde cualquier parte elevada a tu alcance.

Todo aquello que damos por sabido, cobra una realidad nueva, a pesar de que siempre estuvieron alli: pelo enralecido, canas furtivas primorosamente emergiendo, un mueble que te preguntas qué belleza ostentaba cuando lo compraron los abuelos, un zapatilla irreconocible a simple vista. Y aún allí arriba, que ahora para ti es abajo, hay un intento del tiempo de disimular/esconder todo cuanto fue obligado a cobijarse con el veredicto de "guárdalo arriba", o ni siquiera eso.

También el presente tiene un lado más auténtico e íntimo/franco cuando lo descubrimos desde arriba: tendales con ropa recién lavada y uno hasta se imagina ese olor a detergente fresco, un niño que patea su pelota con la absoluta libertad de tirala contra lo que sea porque no tiene la sensura de los adultos de no ensuciar o romper algo, la intimidad ilimitada de una pareja que al fin encuentra un rincón sin paredes ni ojos furtivos que a lo mejor irrumpen en sus arcanos sentimientos, una solitaria avecilla que posa segura sobre un mugriento muro o madera en extinción.

¿No es acaso el ideal de todo ser viviente, existir sin limitar ni ser limitado, sin envidiar ni ser envidiado, amar sin ser mal entenido, ser uno mismo sin el qué dirán veneno de toda comunicación.

Por fin descubro , estando "arriba", que puedo existir sin cuidar de mi apariencia expuesta a la opinión ajena, sin forzar una sonrisa ante una cara no esperada. La simplicidad de la vida sin la sensura de las "reglas" que sólo hacen de ti, de mí, y de todos, un actor de personajes a los que hemos aprendido a representar, más o menos bien, con el pasar de los días y hasta años, pero sin dejar aflorar la real existencia de Pepe, María, Juan, Anisia.
Ostentamos títulos arduamente ganados, como el de "hijo ejemplar", "padre dedicado", "digna esposa", "el mejor empleado del año", "un viejo amigo", que, mientras estamos "arriba" siguen siendo diplomas para colgarse en la pared y detener parte del polvo que cae "desde arriba".