sábado, 31 de mayo de 2008

Límpiame mi potito...

Un pedido tan simple como éste es la diferencia entre la naturalidad del niño y la complejidad del adulto, o lo que es aún más, la distancia entre ambos sexos de los refinados seres humanos.

Cuando nacidos, no preguntábamos, "¿dónde queda el baño?". Simplemente hacíamos lo que había que hacer a vista y oídos de todo el que quisiera presenciar el acto más natural de todo ser vivo.

Ahora, eso es casi un tabú, y sólo secreteamos la pregunta en casos de extrema necesidad, y a la persona de nuestra mayor confianza en la casa. Y no me digas que precisamente vas a 'tomar un baño'. Todo el mundo sabe qué vas a hacer allí en tu recóndita reclusión, pero nadie lo comenta, a no ser que precisamente se te quiera poner en apuros en público. Qué diferencia de como cuando éramos recién llegados a este constreñido mundo.

Ya cuando adultos, ese tabú se extiende hasta nuestro vocabulario vital y expresiones y comportamientos de todos los días, influyendo nuestras vivencias más vitales e íntimas. No es de buena educación preguantar si "los caracoles cagan", porque todo el mundo se va a sonrojar, o por lo menos, van a hacer como que no han oído la pregunta.

Lo que de algún modo nos incomoda lo sublimamos, le cambiamos de nombre o simplemente hacemos de la vita gorda. Encendemos y apagamos la luz sin preguntarnos cómo es que eso fuanciona exactamente. Nos preparamos durante gran parte de nuestra vida para ganar dinero, y mientras en mayor volumen mejor, aunque no entendemos claramente la extensión del concepo 'dinero'; excepto que nos puede servir para forjarnos un promisor matrimonio, para adquirir una hermosa casa y en zona altamente exclusiva, o para ir al trabajo impecablemente vestidos porque todo nos lo hacen la mucama, el mayordomo y el chofer, "cholos de mierda a quienes tengo a mi servicio". Cómo vienen los niños al mundo, lo de la cigueña ya estuvo bueno; simplemente que 'llegaron' y que ahora tenemos que trabajar duro para darles una educación que les garantice que mañana ellos no pasarán por lo que nosotros ahora tenemos que pasar. ¿Dios existe?, los curas y las monjas invierten su vida predicando un Cristo (Dios) que al final resulta ser el más cruel de todos los dioses que al hombre se le haya ocurrido crear. O que los Mayas y los Incas fueron una sola cultura en alguna parte del globo, parece que en Latinoamérica, y que naturalmente hablaban todos un solo idioma, el Quechua, y hasta el perfil geográfico era el mismo, es decir, la selva es la misma sea en territorio maya o inca, la costa, de igual modo, y finalmente, todos usaban chullo y ojotas y eran más atrasados que los pieles rojas.

Es decir, qué más da. Parece que hemos hecho una síntesis apretada pero cómoda de nuestra existencia: lo que importa es usar yins, incluida la casaca, aún en crudo invierno, masticar chicle de modo que todos lo noten, no vivir en zonas marginales (léase barriadas), chupar en algún lugarcito de Barranco por lo menos, tener aunque no sea más que un primo lejano 'viviendo' en los yunaites.

También los niños tomaron su decisión, aun a pesar del esfuerzo nuestro por criarlos bien educados: seguirán siendo tan simples con los adultos como lo fueron siempre: "límpiame mi potito".

sábado, 24 de mayo de 2008

Mi amigo José Antonio que se fue.

Ayer, mayo 23, se celebró el primer aniversario de su ida pretextando un infarto totalmente ineseperado para todos los que lo rodeaban, de cerca o lejanamente. Yo ya no lo veía por unos borrosos tres años cuando nos encontramos en una reunión de Los Golden.



Cuando hace unos diluídos veinte años lo conocí, era un gordito alegre y saludador, en especial a aquellos profes que tenían un cierto halo en el ICPNA- Lima. Empezó siendo alumno, estudió Teachers' Courses- seguramente que se topó con Mr Chusho en algun curso de American English Phonetics, Applied Linguistics , Grammar, or Writing. Como se había trazado como objetivo llegar a ser English Teacher, así me lo confesó, postuló al ICPNA y hasta se convirtió en destacado miembro del Sindicato de Profesores.



Su necesidad de contar con un padrino que lo protegiera de los malos espíritus de todo noviciado, nuestro común interés por la música, él más por la criolla y yo más por la andina, añadido a su natural jovialidad y sincera amistad a borbotones repartida, un día decidió que yo era su tío. Ese nivel de familiaridad lo selló con un espontáneo regalo, los dos con su veladamente amada Oli, Oshta no más para mí, materializado en una hermosa mochila de lana coloridamente teñida y con bordes de cuero artísticamente trabajados.



Yo me retiré del ICPNA, más bien me tentaron con un convencedor cheque en dólares, y él siguió adelante en su bien ganado puesto de Teacher Icpna. Y sobrino y tío, distanciados geográficamente, conservaban ese parentesco de bilateral decisión para entonces. Así, los años, los meses y los días iban desgranándose de calendario en calendario.



Un día, nuestro común amigo Huguito Rivera, me busca al teléfono con el mensaje jamás esperado: "Si pue', Pepe Toño ha muerto".



Y así se fue mi sobrinoamigocompañeroadmirador. Me tomó la delantera y se marchó sin un adios, excepto el recuerdo vivo de esa sonrisa bonachona, con un cierto tinte be burlona que aún conservo fresca en la memoria.

See you later, Pepe Toño.

viernes, 23 de mayo de 2008

Fábula. Octavio Paz

Edades de fuego y de aire
Mocedades de agua
Del verde al amarillo
Del amarillo al rojo
Del sueño a la vigilia
Del deseo al acto
Sólo había un paso que tú dabas sin esfuerzo
Los insectos eran joyas animadas
El calor reposaba al borde del estanque

La lluvia era un sauce de pelo suelto
En la palma de tu mano crecía un árbol
Aquel árbol cantaba reía y profetizaba
Sus vaticinios cubrían de alas el espacio
Había milagros sencillos llamados pájaros
Todo era de todos
Todos eran todo
Sólo había una palabra inmensa y sin revés
Palabra como un sol
Un día se rompió en fragmentos diminutos
Son las palabras del lenguaje que hablamos
Fragmentos que nunca se unirán
Espejos rotos donde el mundo se mira destrozado ...

No que intente explicar a Octavio Paz, pero estos versos los ofrezco como un respiro y un manjar a nuestro tan primitivo uso del idioma. Para suerte nuestra existen las lisuras, que tan efectiva y bellamente expresan el mensaje.

Caminando... pero a dónde?

Esa es la sensación de cada día: hablamos de progreso, de logros, de conquistas, de cuentas en el banco, de un nuevo carro, un amor más. Pero cada instante en nuestra vida nos trae ese doble sabor: logro/pérdida, y siempre después del paso adelante.

Cuando progresamos, según nuestrso cálculos y esperanzas, alguien se queda sin poder saborear esa agridulce sensación de sentirse adelante, habiendo cedido la posta de modo que tú puedas estar donde estás. Cuando orgullosamente guardas en tu tarjetero de bolsillo la tarjeta aún sin uso que acabas de recoger de "tu banco", alguien a la puerta o en la cola ni siquiera vislumbra la más lejana ilusión de ostentar una cuenta "en su banco". Cuando con dulzura atesoras en tus sueños un nuevo amor para acariciar en silencio, hay alguien que al mismo tiempo debe renunciar a ese amor que nunca llegó a ser ni siquiera nuevo.

Cuando yo era niño, mi amigo Tomás tenía su papá que le hacía inigualables toritos de arcilla: su felicidad de jugar con toritos lindos de arcilla era, al mismo tiempo, mi tortura de tener que decir que "nunca me gustaron esos toros feos del Tomás". Cuando paso por la puerta de una cantina y veo a los "clientes" empinar el codo de cada cinco minutos, miro a ninguna parte para disimular el nudo que se me hace en la garganta por la frustración de no poder ser yo también un cliente. Cuando veo la mano mendiga que, tímida, se estira a la ventanilla del carro de adelante para recoger una moneda, digo para mis adentros, muy convencido, que eso es farorecer la denigración de la persona, cuando en realidad hubiera querido ser yo quien siente el sabor de "ayudar a un hermano mío".

Si avanzamos, hay alguien detrás que se siente desplazado. Si alguien camina, somos nosotros los que nos sentimos pospuestos.

Quizá el equilibrio esté en que tomemos turnos. Una vez tú, y otra vez yo. Así como los abrevaderos que son siempre estrechos y pocos, y sin embargo, todos los animales sacian su sed por igual y en la misma agua. Nadie se desespera y todos beben, pues todos tienen una sed para aplacar.